lunes, 28 de noviembre de 2011

Humillaciones públicas


Nunca fui un amante de las humillaciones.
La posición del humillado –sin posibilidad de defensa, inmóvil, paralizado por la represión- es espantosa. La del humillador también, como cualquier idiota con exceso de poder que encuentra en la burla despiadada un canal para expresar sus propias inseguridades, frustraciones y miedos.
Por eso nunca fui muy amante tampoco de aquellos programas en los que cierto perfil de gente acepta el riesgo de someterse a situaciones humillantes como un precio a pagar para lograr ciertas metas. (Y agarrate si después esa meta se cumple y terminás siendo su empleado ¿no?)
Pero la fascinación por lo macabro -aquella que suele llevar a muchos a cagarse en todos los que vienen detrás y provocar congestiones kilométricas en la General Paz sólo porque hubo un accidente y entonces frenan para cogotear un poco esperando ver una cabeza cortada, un cuerpito tirado, un charquito de sangre, algo que lo acerque un poco ya sea a una toma de conciencia acerca de lo efímera que es la vida o a la última película de Jason Statham- hace que gran parte de estas producciones se transformen en éxitos millonarios.
Y hay un montón.
Bueno, nada… que no me divierten algunos de los más recientes códigos del espectáculo, que no me acostumbro a que los envíos catalogados como “reality” sean en gran medida un nuevo lenguaje de la ficción (lo que me haría más fácil digerirlos), que no me es posible respetar el afán de figurar a cualquier costo de ignotos y/o famosos.
Y que menos puedo respetar al déspota que se sabe poderoso en su mundo y abusa de ello.
Gordon Ramsay –por citar un ejemplo- será el chef más capo de la vía láctea y sus alrededores, pero lo cierto es que me hubiera gustado mucho ver cómo -tras ser insultado, rebajado y humillado- alguno de los participantes de “Hell´s Kitchen” le sirviera un sartenazo que le mandara el tabique nasal en un viaje sin escalas hasta la nuca.
Engreído de mierda.

De última, si vas a dejarte humillar o vas a humillar a alguien, hacelo bien: esposas, máscaras de cuero, cinturones genitales, una dama de hierro, alguna cadena agarrada del techo y –fundamental- una pelota naranja para meter en la boca.
Ponele.



4 comentarios:

rastelman dijo...

no termina de gustarme eso de reirse a expensas de los otros de manera violenta... en tren de joda con amigos es otra cosa y el escarnio de uno será el propio mañana y listo, pero en los medios la cosa toma dimensiones mayores y logran que grupos enormes de personas se sumen al "denosteo"...
no gusta
abrazo

grillodb dijo...

yo tambien pienso lo mismo edu.. cada vez que veo el programa del cocinero estoy esperando que venga uno y le parta la cara de un sartenazo cada vez que le dice "esto es una mierda!"

Laura Fer. dijo...

Comparto, definitivamente. Además eso que se muestra con tanto histrionismo en la tele, como medio masivo que es, después termina trasladandose a la vida, como si el maltrato o la humillación fuera una cosa normal.La violencia, aunque sólo sea verbal, sigue siendo violencia, y lo único que genera es más violencia, y como dice el Indio ricotero: VIOLENCIA ES MENTIR! Besos!!!

Anónimo dijo...

Debo creer que ninguno de ustedes vió "Kitchen Nightmares" o uno que se llama "Master Chef US". Ahí, verían otra faceta de Gordon Ramsay. Digo. Por ahí quieren ampliar un poco más el espectro.

Rafael.