Hace
algunos días tuve la oportunidad de compartir un par de horas con Claudio
Marciello (quien, si me preguntan, es uno de los tres mejores guitarristas de
la Argentina) charlando, escuchando música, tocando la guitarra (él, gracias a
Dios) y hablando boludeces varias de ésas que pueden conectar a dos tipos a los
que les gusta el rock, las seis cuerdas, las buenas canciones, Pappo y Spinetta
por igual y que –ah, claro- son de la misma generación. Uno o dos años para
arriba o para abajo el uno del otro.
Un
gran tipo el Tano, de subirse al auto con una criolla que lleva a todas partes
y terminar en el culo de la Argentina conociendo músicos de lugares que ni
sabemos que existen, tocando con folkloristas de variadísimos pueblos
originarios y de los otros.
El
guitarrista de Almafuerte, ni más ni menos.
Pero
este párrafo no es para él.
Ocurre
que en un momento nos encontramos hablando de cosas de la infancia, no sé por
qué pintaron las minas, y los dos a la vez dijimos “Emma Peel”.
“¡No
te metas con mi novia!”, fue lo primero que se me ocurrió advertir.
Un
repaso veloz por algunos bancos de imágenes de Internet desasnaron a Lisardo (guitarrista
de D-Mente y coequiper en proyectos raros) y a algún otro amigo que andaba por
ahí que, por ser más pendejos, ni sabían de quién hablábamos.
(Una
cosita: para el Tano Emma Peel era una mujer increíble y su comentario fue “qué
ganas de garcharla que tenía, Dios mío”. Yo, si la tenía que garchar, era
porque quería que fuera la madre de mis hijos y garchar es un paso obligado
para eso. Me quería casar con ella ¿entienden? Envejecer y morir a su lado. Ah,
cierto… me olvidé de aclarar que el Tano y yo por ese entonces teníamos -2
arriba, 2 abajo- 10 años de edad.)
Y
tampoco ella era Emma Peel; Emma Peel era el nombre de su personaje en “The
Avengers”, una serie inglesa de mediados de los ´60 creada por Brian Clemens
que duró nueve o diez temporadas de las que sólo me importan la última en
blanco y negro y la primera a color
porque fueron las únicas en las que ella apareció.
El
personaje debe haber tenido mucho –casi todo- que ver en ese enamoramiento
infantil que se mantiene tantas décadas más tarde.
Calentura
en el caso del Tano.
No
tengo ganas de contarles de qué se trataba “The Avengers” y ni pienso
recomendarla porque el humor brtánico, y más en épocas de guerra fría y
psicodelia, cínico, delirado, agudo, absurdo, elegantísimo, no suele ser
disfrutado todo el mundo.
Sólo
quería que conocieran a Diana Rigg, la actriz detrás del personaje.
Hoy
está viejita, parece.
Pero
para mí no.
Mírenla
bien.
Identifíquenla
bien.
Reconózcanla.
Y
no se metan con ella, que es mi novia.
¿Estamos?
6 comentarios:
DIOSA de mi infancia!!!!
Con ese acento hasta yo me casaba con ella.
GRAN serie. Por suerte, anda por ahí.
Recuerdo ese sentimiento de amarla jeje
Mi serie favorita de todos los tiempos, compartiendo podio con programas (de comedia) como A Bit of Fry and Laurie y Monty Python's Flying Circus).
¡Y cuidado con seguir pretendiendo hacerte el noviecito de MI ESPOSA, farabute!
Che, yo también estaba enamorado de ella. Pero ya somos muchos para compartirla
Y yo le puse Ema a mi hija, así que yo si tengo derecho a reclamar porque nunca me la quite de la cabeza
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